viernes, 25 de diciembre de 2015

Medio humanos.

Vamos a brindar con el "chin-chin" en si bemol de tus pestañas.
Voy a acabar llorando confeti del festival que me provocas en las entrañas.
Voy a reír en prosa y besar en verso, por culpa de la poesía que me haces sentir dentro.
Vamos a sentir, a vivir; sin pausa pero sin prisa; paso a paso, beso a beso, por el camino más corto al trayecto más largo.

Recorriendo cada surco, cada rincón, sin hacerle daño a eso que llamamos corazón.
Enredándome en tu vigilia,
perdiéndome en tu literatura,
acariciando cada palabra que me desmesura.

Tu melodía me dilata las pupilas,
y si hablamos de la primavera...
¡Pobre de ella!
Ni lo cerezos en flor pueden compararse con los pétalos que vuelan al oír su voz. 

Eres tú, y soy medio yo.
Somos un nosotros que murió entre dos interrogaciones.

Somos maníacos, una nota rota, el solo de un piano, el grito de un mudo, el silencio de un infiel que vende mentiras a granel.

Somos humanos que intentan ser personas;
Huesos que buscan calor entre los trozos de una historia.


jueves, 17 de diciembre de 2015

La caja.

Despierto en una caja, la presión de las paredes me estremece y obliga a acurrucarme apretando las heridas de mis rodillas contra el pecho. Un caudal negro inunda mis venas y desemboca en mis pupilas, las cuales se desbordan y hacen aún más insoportable mi estancia.
¿Qué pasa aquí? Toda está gris. Por más que empujo no puedo salir.
Cuando ya me daba por rendida, alguien tira de mí, y me saca de aquella caja.
Aquí fuera todo está negro, el vacío que siento me produce escalofríos.
Nada oigo a mi alrededor, solo percato el ruido del choque de los cristales rotos que forman mi corazón.
Mis extremidades comienzan a moverse involuntariamente, y descubro unas cuerdas atadas en mi cuerpo, ahora soy una marioneta.
Diviso un precipicio, y noto cien agujas clavándose en mi pecho cuando mis pies se dirigen a él.
Al borde ya del vacío, la cuerdas se enredan, que caiga o no está pendiente de un hilo.
Todo grito de clemencia es inaudito, mi pulso se acelera y la respiración se entrecorta, es casi estremecedor. Teniendo un pie en suspensión, reúno fuerzas de donde antes ni había y desgarro las cuerdas.
Sal corriendo sin ninguna dirección, quiero volver a aquella caja.

Una figura se entrevé entre la penumbra.
¿Eres tú?
Sí, eres tú.
Mis sentimientos echan a volar y me convierto en hielo.
Por más que quiera acariciarte, no puedo, algo me lo impide, sólo puedo ver como rompes en llanto sordo y yo, no puedo hacer nada.

Caigo al suelo, y al abrir los ojos, vuelvo a estar en la caja.
¿Qué juego es este?

jueves, 10 de diciembre de 2015

Querer, amar y desaparecer.


Solía escribirle un poema todos los días.
La bañaba en cada verso,
la moldeaba en cada metáfora.

Llegada a ser comparada
con el otoño,
con el café,
con un libro virgen,
con el cigarro de después.

La quería cuando reía primaveras
y cuando sus palabras derrochaban invierno.
Cuando sus ojos lloraban abriles
y cuando en el roce de sus dedos nacía el verano.

Él se limitaba tan solo a verla vivir.

Era un figurante entre su sonrisa de arlequín,
de comediante.
Reñía con los versos y se vaciaba de palabras,
para que la suma de los fetiches poéticos
fuese igual a la de los pecados restantes.

Comenzó a amarla en noviembre,
cuando todo muere, menos ella.

La amó a ciencia cierta,
con pronóstico vacío e incierto.
La amó en los solos de piano,
en "Pájaros de Portugal" de Sabina.
La amó en libertad y a escondidas.

Pero un día ella se fue.
No dejó ni una despedida con la que tropezar.

Y los poemas, poesías,
dedicatorias y cartas
le vaciaron las entrañas.

La máquina de escribir plagada de recuerdos
y sentimientos a medias,
se llenó de polvo y telarañas.








martes, 8 de diciembre de 2015

Riesgo inminente.

Se aprendió cada coordenada de su cuerpo.
Y buscando aventuras
se intentó perder en sus epicentros.
Un poco de vino y dos vasos de coñac.
Tabaco de liar y dos canciones de Sabina,
parecía que la noche nunca acabaría.
Tatuando la piel a besos,
a escondidas,
como si estuvieran infringiendo la ley.
A cosquillas, la barrera del sonido la saltaron,
poniendo en vela a todo el vecindario.

Pero amaneció
y solo quedaron restos de caricias,
promesas que no se cumplirían,
una habitación vacía.

Se separaron sus cuerpos
pero no sus corazones.
Hasta el próximo diciembre, gritaban sus miradas.

Pero los dos sabían que había sido algo más que una noche para liberar tensiones,
que el riesgo de verse antes era inminente.

Algún día el uno tropezaría con el otro,
y los recuerdos chocarían estrepitosamente.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

MANIFIESTO CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO.

Insultos, vejaciones, malas contestaciones. Forcejeos; un tira y afloja.
Lágrimas de dolor y opresión. Un vaso vacío y una flor marchitada.

Así comenzó esta historia. Un laberinto sin salida vigente, una pesadilla de noche y de día.
Nunca llegarías a pensar que la persona que estaba a tu lado, día a día, se convertiría en una auténtica bestia sin lógica ni corazón. Una bestia desalmada que descargaba toda su rabia, sus problemas, complejos y desprecios contra ti.

Pensabas que te quería, pero, amiga, quien te quiere no te agrede.

Cada vez era peor. Las caídas más duras, los golpes más fuertes; sin derecho a un interludio para buscar la salida a aquella obra de terror. Ningún maquillaje podía esconder la verdad oscura que tristemente recibías al entrar en casa.

Soñabas con salir volando, pero te cortó las alas.
Querías pedir ayuda, pero te amordazó.
Quisiste huir, pero te retuvo con sus cadenas.

Te sentías vacía, anulada, infravalorada, un muñeco vudú al que, día tras día, le iban clavando más y más agujas. Temías que tu historia se convirtiera en noticia que abriese los telediarios.


Pero un día, la fuerza y la rabia se hicieron mujer.
Te quitaste la máscara y le plantaste cara al miedo. Rompiste las cadenas y te arrancaste la mordaza. Al grito de “NI UNA MÁS”, tu voz se proclamó como arma de destrucción masiva.

Aguantaste demasiado, pero por fin todo ha acabado.
La bestia entre rejas, y tú ya puedes tocar la libertad con las manos.


¡FELICIDADES, COMPAÑERA!



jueves, 29 de octubre de 2015

Y tus ojos se volvieron poesía.

Y tus ojos se volvieron poesía y me recitabas versos callejeros procedentes de la comisura de tus labios. Leía en braille cada lunar de tu cuerpo, y los unía formando un camino de miguitas de pan hasta la galaxia de tus mejillas, donde las estrellas jugaban hasta explotar, dejando pequeñas motitas color café. Pongamos que hablo de tus pecas.
¿Dónde estará la fórmula para despejar la incógnita que tienes enredada entre tus pestañas de marfil?
Esas pestañas que, cuando pestañeas desquebrajas todas las faldas de Madrid.

Supongo que ese era el problema, que desquebrajabas todas, y yo era otro retal más que creía tener un as es la manga, pero esta vez los dados no fueron a mi favor.
Y me vestí de mala suerte. De prosa en prosa, no consigo olvidar aquella noche dónde las despedidas eran orden del día. Donde me disparaste un adiós a la izquierda del esternón, sí, justo ahí. Y yo me tiré por última vez de cabeza desde tu sonrisa nerviosa. Cayeron mis pulsaciones, con picos de vértigo se escondieron bajo el suelo. Y es cuando el tiempo se paró en invierno.
Tú atardecías antes de tiempo, y yo amanecía demasiado temprano.
Tú eras de salir con bajo cero, y yo de esconderme bajo las sábanas.
Tú eras diciembre, y yo noviembre con complejo de primavera.
Yo el vuelo de un vestido y tú el filo de un cuchillo.
Luna nueva y luna llena.
Muerte y vida,
vida y muerte.
El paso del tiempo fue envejeciendo y se oxidaron las vías de tu clavícula. Ya no haces malabarismos con mis manos y yo no hago equilibrismo en tu espalda. Camino entre la espada y la pared, por si en algún tropiezo del destino, encuentro aquellas motitas color café. Hasta entonces todo permanece en stand by.

París se quedó a ciegas,
el calendario se deshojó,
los poetas se han declarado en huelga,
los locos son señalados por la razón.
Se bañaron las calles de utopías,
y tus ojos no volvieron a ser poesía.



miércoles, 23 de septiembre de 2015

Tu mar en mis ojos.

Tu mar en mis ojos, de un soplido me arrancaste todos los despojos. 
Te deuda fue mi porvenir y ahora es la duda que se instala cada vez que te alejas.
¡Qué paradoja verte dormir a mi lado!
Antes era un suspiro que se dibuja en el techo de mi habitación cuando el insomnio me inundaba por la noche.
El próximo nivel de este juego que tanto te engancha es que mi corazón se desabroche sin que la culpa oponga algún reproche. Comencemos.
Se desató la guerra entre las ganas y el deber, tú me bombardeas en mis puntos débiles, jodido capullo.
¿Qué hacer cuando el destino te gasta esta broma macabra?
Propongo una tregua entre tu falta de razón y mi maltrecho corazón.
¿Lo sientes verdad? Son los escalofríos anteriores a la tormenta que se acerca sobre la almohada.
Mi mano, tu nuca, el roce.
Mi pelo, tus dedos, un juego de enredos.
Énfasis, hachís, haz que esto tenga un final tremendamente feliz.
Café para dos, canciones a medias, alegrías que ya no tienen nada que exigir, tu clavícula como punto de apoyo.
Y, ¡joder! ¿Quién quisiera ir a Berlín pudiendo quedarse en tu cuello a vivir?

Tu mar en mis ojos. 
Entremés.
El reverso de historia no tiene fin, yo me escondo entre tus versos, y tú, intentas controlar el juego de mis excesos. Mala jugada.
Ando sobre arenas movedizas, cada vez que te siento, tiemblo, me desestabilizas, termino por caerme desde la cornisa de tu sonrisa.
Me lo he jugado todo a una carta, estoy sin blanca. En el bolsillo sólo llevo un papel, donde está escrita la ecuación sin resolver de dos enamorados, que después de la batalla, a gritos a la mala suerte espantaban.
No me mires así, yo soy más de letras que de números. 
Por eso, quiero escribir poesía sobre tu espalda, analizar la métrica de tu risa, sin prisa, llenarte de tópicos el pelo hasta que se te enrede y reducir todo tu cuerpo a tan sólo una metáfora.
Quiero, contigo, darle otro sentido a los poemas de amor de Neruda, a las canciones de Sabina y a los libros de John Green.


Tu mar en mis ojos, y hoy, quiero navegarlo. 


sábado, 5 de septiembre de 2015

Chiquilla del vestido rojo.

Y de repente todo cambió, tú cambiaste.
Lo empezaste a ver todo de otro modo, todo se volvió confuso, no te encajaban las piezas, dudabas de ti y de todo lo sensato. Y en la locura que te invadía encontraste la cordura que nunca tuviste.
¿Será el correr de las horas muertas lo que te ha hecho marchitar?
Chiquilla del vestido rojo, que aquella mañana gris le dabas color a la estación, ¿quién te ha robado la sonrisa? ¿Acaso fue aquel huracán con el color del mar en los ojos?
Tus ojos ya no brillan de esa manera, qué digo, ya ni si quiera brillan. Se han vuelto un par de ocasos negros escondidos entre dos abanicos, que ya solo viven al brotar una lágrima de ellos, cuando el mundo se te cae a los pies y comienza a llover sobre la almohada.

Ayer, tirado en la vía, encontré agonizando ese sueño, que desde pequeña perseguías sobre cualquier circunstancia del destino.
Me pidió clemencia, que alguien le devolviera a la vida. No era yo la indicada, y se quedó allí tirado en la vía.

Tú, chiquilla del vestido rojo, soñabas con salir de aquí, recorrer el mundo. Ver cómo vuelan los pájaros en Portugal, la risa de un niño alemán y cómo se enamora la gente en París.
Ahora sólo te preocupa tapar las cicatrices de tus alas cortadas, de ver como cada mañana se refleja el paso del tiempo en tu cara; la tez más pálida, las ojeras más marcadas.
Te empeñas a vivir en la madrugada, entre poemas de Neruda y Machado, perdida en el desvanecer de las horas.
El amanecer llega, y con él, otro día diáfano, si por ti fuera, engañarías al Sol,con el vuelo de tu vestido rojo, para que se escondiera.

-¡Sal de ahí, revélate de una vez! (Te dije)
-Cállate, no sabes nada. (Me dijiste. A continuación, te prendiste un cigarro, me miraste con desprecio y volviste a retomar la frase.)
-No, no sabes nada. La revolución de un corazón roto no tiene valor ninguno, cuando una parte de ti no tiene esperanza de resurgir en la batalla. (Con esto concluiste y un recuerdo te resbaló por la mejilla)

En ese momento, clavé tus ojos con los míos, conseguí encontrar mi voz e intenté atar un par de palabras:
-Cuando una historia desvanece en el lastre de un recuerdo, no te aferres a la tempestad de un corazón marchito, no te escondas en la soledad de la lluvia de abril, que la tristeza y la derrota no te calen los huesos. Y jamás dejes que la flor de tu espíritu se deshoje, viva en el ayer y muera en el olvido.

Me miraste, no con los mismos ojos, y saliste corriendo hacia el horizonte.

No, no fui detrás de ti. Y ahora me pregunto:
-Chiquilla del vestido rojo, ¿que habrá sido de ti?

-¿Seguirás siendo invierno o ya habrá florecido la primavera en ti?

jueves, 20 de agosto de 2015

Lo lógico sería llamarlo "Hoy"

Hoy no vengo a hablarte de Da Capos sin Fin, de raíces negativas o una ecuación sin incógnita.
Hoy podría contarte la manera en que el cielo se entristece cuando se disfraza de invierno. Como suena el llanto de un niño cuando el tío vivo deja de dar vueltas, o como estallan los pensamientos de un suicida.

Pero no, hoy no.

Hoy vengo a contarte como se arrullan las lágrimas, lo especial que toca la canción más triste de Ludovico Einaudi el pianista alcohólico. Que mi mundo se escapa a manos de Sabina. Lo  jodidamente adicta que me he vuelto a la melancolía. Como me bailan los recuerdos de aquella manera.
¡Y joder, qué bonita es tu mirada cuando le sube la marea!

Hoy vengo a decirte que me desates los complejos y que se vayan lejos de aquí. Que me bajes la cremallera del vestido y vuelen las mariposas.
Preparame el primer café de la mañana y el último atardecer del otoño. Constrúyeme un mirador en tu clavícula y unas escaleras bajen hasta tu ombligo.
Y si se esconde la luna, llámala, que gobierne esta noche que mi sonrisa ha montado una manifestación, y tus labios han mandado a los antidisturbios.

Hoy vengo a recitarte los versos más profundos de Neruda. A que sientas como se desgarra la voz del cantante del metro. Como sabe la tercera copa en la esquina de la barra. Como mueren de boca en boca las mentiras piadosas. A que sepas a quien añora el mes de abril y la forma en que el humo de mi cigarro y tu pelo se enredan.

Quiero decirte hoy tantas verdades y tantas verdades a medias, que se me anochece el alma.
Las palabras bailan y se pisan los pies, los versos se me rompen, mi inspiración se ha vuelto un entremés. El "entre líneas" ha perdido todo el sentido desde que te has ido. Maldigo cada paso del reloj, que llevo tatuado "Carpe diem" en el corazón. Y es que la razón ni siente, ni padece y con los años se pierde. Se pierde entre delirios de la vejez insana.
Dime que amaneceremos mañana, que nada ha sido en vano, después de todo fallar es humano.
Que si no ha tenido principio tampoco tendrá fin. Todo es cuestionable cuando hablo de ti.
Dime que aunque no tuviéramos nada en realidad lo teníamos todo, que éramos personas vacías que sentían mutuamente de algún modo.

Y yo, yo te diré que yo no quería empezar nuestra historia con un:

"Érase una vez...

... Érase una vez...

... Lo nunca podrá ser."

sábado, 4 de julio de 2015

Tres minutos y treinta y tres segundos.

Las tres de la mañana, vuelvo a refugiarme en cuatro versos amargos y el final de la quinta copa, para autoconvercerme de que estoy mejor sin ti.
Ya hice balanza de los pros y los contras, y fue la balanza la que se acabó rompiendo, igual que aquel sueño que tenía hace unos meses, que ahora sólo es un deseo utópico, que, como un espejismo se refleja en brazos de otras personas que no eres tú, ingenua de mi, cómo comparar el fuego de tus labios, con el calor de invernadero de otro maniquí. Y sí, digo maniquí, porque cuando los besos son esparcidos por su cuello no siento besar Manhatan ni Egipto, si no, una caja de cartón, esa caja donde metiste tus cosas y con un portazo me dijiste adiós.
Adiós, adiós sin puntos suspensivos, ni interrogación, sin pie para comenzar desde cero otra vez, ni derecho a testificar. Un adiós con punto y final, de esos que duelen, desde adentro y no salen afuera, se quedan ahí a vivir para siempre, cangrenandome poco a poco el corazón. Y mientras mato el cigarro en la cornisa del balcón me pregunto cómo serían las cosas si nada hubiese pasado aquel triste día noviembre. Cogiste el otoño y te lo llevaste, sin opción a custodia compartida de primavera, dejandome tan sólo con el solsticio de invierno entre mis manos.
El café ya no me sabe bien si no es compartido. Entre libros me refugio en el colchón cada noche de verano.
¡Qué deshabitadas están las sábanas sin ti!
Parece que han venido los maderos a desalojar a palos el perfume de tu piel, malditos bastardos, era lo único que me quedaba. Y ahora cada tres minutos y treinta y tres segundos miro el móvil por si te dignas a aparecer entre mensajes que pasan desapercibidos. Los minutos se convierten en horas, y las horas en quinientos recuerdos rotos sobre la almohada. Liberaste de la jaula al pequeño monstruo que llevo dentro y ahora soy yo la que me siento enjaulada. Si las tardes de dos corazones que buscaban cobijo en una misma canción se han acabado, si de verdad se acabaron, el mundo se me caerá encima, y con él, el salvavidas que me socorría de ahogarme en un mar de dudas.
Aunque ahora me sienta naufraga de tus ojos, jamás volvería a bucear buscando tu Atlántida.
Y tú, que te disfrazas de incertidumbre, me haces replantearme la existencia del universo en tus labios, de Venus en tus mentiras y Júpiter en tus medias verdades.
Y yo, que ando más perdida que un payaso en un funeral, me acojo a la remota idea de que algún día volverás. A romperme los esquemas, ponerme del revés la rutina e inyectarme en el corazón un poco de cafeína para poder soportar el día a día.

...

Cada tres minutos y treinta y tres segundos...

lunes, 15 de junio de 2015

¿Quién será "Ella"?

Ella es la chica sin bandera, sin más patria que el siguiente escalón de su escalera, y por nación el espíritu luchador de su corazón.
La que no llora por miedo a naufragar y en la piel tiene grabada a fuego la palabra libertad. Esa que te alegra el día con su mal humor, que no entiende de credos ni hace caso a ningún Dios, aunque hoy en día, al único que se le puede hacer caso es al tiempo que marchita en el reloj.
Ella es aquella chica que te roba la vergüenza cuando suena esa canción de Los Suaves. Es de las que se bebe una copa, una tras otra, hasta acabar bailando con las farolas y jugando con la olas en pleno centro de Madrid.
La que piensa en alto, protesta a gritos y reivindica en las paredes.
Ella vuelve cuerda a la locura, y esquizofrénica a la rutina. Hace que los años luz se rompan en segundos, cada día le escupe en la cara a la muerte y pide que alguien le mate a golpes, de suerte.
Es de las que hace a un suicida abrazar la vida tan fuerte que no se le ocurriría soltarla jamás. De las que se levanta con las ideas revueltas y los problemas corridos debajo de los ojos.
Ella es de las que piensan que:
Del amor al odio hay una gran muralla visiblemente infranqueable; y del odio al amor un simple línea dibujada con tiza blanca, sin embargo, es más fácil derrumbar la muralla infranqueable que borrar la línea de tiza blanca.
Y es que ella es filosóficamente inestable, moralmente irrevocable, un enigma con piernas y mirada entrañable.
Fuerza en su interior, puño en alto en el exterior, en sus ojos, el rugido estridente del león, en sus labios, nace una revolución.
Sus manos manchadas de justicia detrás de las barricadas, y es que era preciosa, preciosamente combativa.

Ella es la chica que se echa carreras con la Luna en la canción de Extremoduro, la culpable de los versos más amargos de Sabina y la de los besos compartidos de Maná.
Su sonrisa es el motivo por el que seguir la estela de caídas que nos abarca las tardes de lluvia y soledad.

Ella es la forma que tiene la vida de decir:
¡Qué bello es vivir!

lunes, 8 de junio de 2015

Revolución.

Hoy he abrazado la noche más oscura,
y el más profundo silencio me caló los huesos.
Mil batallas abatidas secan las flores,
y  ya nadie en la paz se rebana los sesos.

Al primer canto del Alba esconderemos los fusiles,
cambiaremos por rosas rojas la frías balas.

-¡Y que nadie diga que no hemos luchado!
-¡Y que nadie diga que nos cortaron las alas!

La tinta que reivindica es perseguida,
la sed de sangre coagula tu mirada.
Las banderas ondean con desobediencia,
la fraternidad ha sido encarcelada.

El poder gana el pulso a la coherencia,
la pobreza está intentado alzar la voz.
La justicia se prostituye en la esquina,
y el dinero comete algún crimen atroz.

Y cansados de esto, alzaremos el puño,
quemaremos su trono de codicia.
Y en el último resurgir del claro de luna,
veremos su poder en la más sorda inmundicia.

-¡Y que nadie diga que nuestra cara probó asfalto!
-¡Y que nadie diga que no pondremos el grito en alto!






martes, 2 de junio de 2015

Llámalo amor, llámalo duda.

Mete sexta y acelera, asciende por mis caderas, recorre los surcos de mi espalda, disminuye la velocidad, nada más que besos y caricias por equipaje, detente, disfrutemos del paisaje. 

...

Terrorismo emocional, siento bombas estallando en el pecho, saca la AK-47, apunta y dispara. Me haces trizas el corazón, sin embargo, no encuentro una razón para decirte esta noche que no.
Pupilas de color HTC, labios de hachís, corazón de coca, palabras frágiles como el papel de liar, con tanta mierda dentro nuestro cuerpo va a estallar, estallar de felicidad.

Tu vida esquizofrénica contra mi sentido irracional de la ética.
Seudónimos que alteran las pulsaciones, tan pronto por el suelo como en el cielo.
Vapor de mariposas, te metiste en mi cabeza y me hiciste reeditar la fina prosa por algo más vulgar, no dejaste nada con que tropezar.
Palabras mudas, mensajes en clave, prejuicios sordos, evitando cualquier estandarte, voy a machacarte, humillarte, envenenarte, despistarte el corazón para robarte el deseo, mecanismo de acción-reacción.

Recuerdo cuando jugábamos a hacernos sentir bien, a creer que todo estaba al revés, que nada es lo que ves y que el tren no sólo pasa una vez.

Ahora, me echo otra copa en vez de echarte menos, cambié tu adicción por la nicotina, me sale más barato y no me crea ninguna expectativa.

Si volvieras, no tendría la menor duda en mandarte a mi sonrisa, y sí, puedo parecer absurda, pero no me gusta jugar a dejar de quererte, a reprimir las ganas, llorarle a la almohada por no tenerte esta noche convocando a los dioses en mi cama.

...

Cirrosis emocional, tengo que empezar a controlarme, demasiadas horas en el bar llorando la misma canción con el mismo vaso vacío.
Escalofríos, te has vuelto un cínico, yo una perturbada concordada, y nosotros una mezcla de odio y... No sé si llamarlo amor, o llamarlo duda, la cosa es que aquella madrugada perdimos la cordura.
Y desde ahí nos creemos animales, aullándole a la Luna, creamos el sinónimo del antónimo, el prólogo del reverso. En esa época nos vendíamos por cualquier verso que hablara de nosotros.
Buscamos una respuesta en el papel de plata, la estabilidad entre cartones, una salida a los callejones.
Evitamos las respuestas cuerdas, las ideas a medias, las lágrimas de plástico, la carencia de filosofía, los asesinatos por pasión y no a sangre fría.

...

Sobredósis emocional, oda a la controversia, reina de la desobediencia moral, espartana del desengaño, peón de la burocracia seudo intelectual.
Todo esto me ha dado que pensar que en ti no hay nada sensato, por lo tanto:
Voy a reinsertarme en la sociedad, me saldrá más barato.

lunes, 25 de mayo de 2015

Ahora más que nunca, el feminismo es necesario.

Erase una vez la historia de una flor, fue plantada para marchitar, acostumbrada a ello, repugnó la luz y toda oportunidad de florecer. Pero un día, todo cambió, una voz en off le habló y ella, por fin, despertó cuando oyó estás palabras:
-Flor que vive marchita, aquí estamos contigo, no estás sola, es la hora del cambio.
Levántate y lucha mujer, demuestra que nadie puede contigo, quememos al verdugo que oprime el bien común. Sal a la calle, hazte oír, grita que eres libre, que otro mundo es posible, que tu luz ilumine a las mujeres que aún no pueden brillar, ven, ayúdales a escapar. Pinta las calles de morado, rompe las cadenas del patriarcado que llevas colgando tantos años.
Somos valientes, tenemos espíritu de guerrillas, no estamos reprimidas, somos heroínas de capa lila, vándalas del poder, somos violentas, somos inteligentes, no, no nos rendimos. ¿Por qué si no nuestra protesta es tan influyente?

El número aumenta, y en ellos, el miedo. 
Lágrimas de rabia bañan nuestros rostros, no somos marionetas que por complejo de superioridad pretendas manejar.
Vamos, rompamos los cánones de belleza, qué más da el físico, compañera, lo importante es lo de dentro, tu felicidad es lo primero. La belleza no es algo específico, y más vale tener algo en la cabeza, que tener una belleza a lo Paris Hilton, mucho plástico y dinero y poca integridad moral. Muestra tus estrías, heridas, y demás marcas que hacen de ti, una persona especial, que le jodan a esta mierda que llamamos sociedad.

Átate fuerte las botas, saca la artillería pesada, pues hoy vamos a perseguir al machista que nos quiere oprimir. Y no me llames puta por exhibir mi cuerpo, tan sólo eres un peón enfermo de este sistema patriarcal, ¿acaso puedes juzgar lo que está bien y lo que está mal?
Que en mi útero no manda ni Dios, no entra ni tu religión, ni el gobierno, ni los pensamientos retrógradas que el de arriba te inculcó. Una vez dijeron que si una ley era injusta lo correcto era desobedecerla, pues bien, nosotras estamos dispuestas a reivindicar contra todos los que en nuestro cuerpo quieran legislar. 


Somos mujeres, mujeres de ahora, antes y después, ni sumisas ni pasivas, mujeres combativas. No tenemos miedo, al revés, nuestras antecesoras nos enseñaron bien, ninguna batalla terminará hasta que el machista se trague sus palabras de una vez.
Y no nos cansaremos de gritar:
"La revolución será feminista, o no será."



martes, 19 de mayo de 2015

Juguemos a ser libres.

Las luces de frenado rojas bañan las gotas que resvalan en la luna del coche. El ruido de la lluvia se convierte en la banda sonora de esta tarde.
Un café amargo encierra cualquier esperanza de borrar las caras largas, y tú, coraje para el león, me traes la tormenta a la almohada. ¿Y la calma? Mi cama no está para cuentos de hadas, ven y haz que el tiempo se pase a contrarreloj. Hazme volar, tocar lo imposible con las yemas de los dedos, aterrizar en un siempre, columpiarme en un ojalá. 

Olvidate de los prejuicios, de los modales, ven, seamos animales. Perdamos el juicio, no quiero cursiladas, sólo marcas, gloria, libertad y ganas. 

Juguemos a formar constelaciones, a navegar entre risas, invoquemos a los dioses, seamos exploradores.
Rompeme las costuras, yo te rompo las inseguridades, abrázame fuerte, no me sueltes, creo que me voy a caer.
Los monstruos y demonios bailan al son de nuestras respiraciones, como en una autovía, los electricidad circula por tus pupilas, ¡esto sí que es poesía!
Pintaré las paredes de color verte, construiré castillos en el aire, besaré treinta y tres labios, hasta que acierte.
Juguemos a ser irresponsables, indomables, pisando fuerte, frente a frente con la mala suerte.
Tira los dados, la suerte está echada, hoy no hay tregua en tu cama, guerra de almohadas, bandera blanca, ¿te rindes?
Saca toda la artillería pesada, la noche comienza, las ganas aumentan, las camisas se rompen, hoy vamos a dar el golpe.
Nos dejaremos del revés, con las neuronas en los pies, ven, vamos a hacerlo otra vez, no te pongas serio, esto no es ajedrez. No tiene instrucciones, no hay perdedores, auto evaluaciones, ni credos. Más bien habla de revoluciones, revolución de los sentidos, mecánica de individuos que se complementan, oda a la felicidad, deja a un lado tu integridad moral. 

Tapaos los oídos, encerrad a los niños, vamos a jurar en vano, rezar a las hadas, metamorfósis, despleguemos las alas, hoy vamos a volar; atrapar las ganas de gritar, resurgir de lo incomprensible, quemar todo lo que es inservible.

Hoy, aquí, te digo: que eres innecesariamente imprescindible.

Hoy, aquí, te digo: que sobran las palabras cuando faltan besos.

...

Hoy... Aquí... Te digo: que no hay droga más fuerte que las ganas de verte. 


domingo, 17 de mayo de 2015

Tres anocheceres y un amanecer.

Anochece entre los edificios de desidia, los camellos salen a la calle para traficar besos y caricias, mientras que otros tan sólo buscan unos gramos de felicidad. Felicidad intermitente, que dura lo que ordene el remitente.
Los trabajadores salen de currar, y como regalo de empresa, amor en un motel barato a su ex pareja.
Malditos bastardos, sumisos de la pasión y las mentiras, tan sólo quieren, los pobres, escaparse de su rutina.
Los gatos salen a nadar, para buscar un pájaro con el que ladrar. Toxicómanos del placer y prostitutas de la buena vida pasean por la acera, exponiéndose a las miradas de dos niñas, que arrodilladas, piden caridad y compasión por las esquinas.
Anochece y todo se apaga, las señales, los gritos, los gemidos, no se escucha nada.
Una divorciada sale a fumarse un cigarro al balcón, mientras escupe a unos enamorados que se entregaban a la pasión.
"A ver si les explota el corazón." Piensa mientras pone los ojos en blanco.
En la acera de en frente, un mudo le dice a un sordo que el amor no es ciego, que el gato puede andar con tres patas y que la mala suerte es el don del afortunado.

Anochece una vez más. Tú y yo, pactando tregua con el colchón. El ruido oscurece, la magia nace, los lobos aullan, la luna se desnuda, ninfas derraman polvos, escaleras que me llevan al cielo.
Ciencia carnívora, mecánica carnal, fuego que se consume, gritos invocando a los dioses, fuerzas interiores entran en acción... Fin de la actuación.
La puerta se cierra, y las sábanas se hielan, ¿dónde están los puntos suspensivos que me prometiste?
Se fueron detrás del portazo.

Amanece en desidia. Los ingobernables se esconden, la luz les quema la piel. Las personas coherentes salen, ya acabo la noche.

Bienvenido al anochecer en Desidia, escóndete, insensato, que te atrapa.

lunes, 11 de mayo de 2015

Tragicomedia para no soñar.

Se abre el telón y comienza esta tragicomedia, el duelo entre amor y odio, pasión e indiferencia, celos y alcohol.
¡Sentaos! Pues la función ha de comenzar.

...

Primer acto.
Me rozas con tus dedos como si fuera las teclas de un piano, y en la desnudez de mi cuerpo, me construyes un traje de caricias. "Agarrate que vienen curvas." -Me cantas al oído.
Y es entonces cuando empiezo a notar las turbulencias, la boca se me seca, las risas se comen el silencio, las gargantas se rompen las pupilas se dilatan como si de éxtasis se tratara, y sí, era algo así. El piano hace un crescendo, escalas que suben y bajan, respiraciones acompasadas, calderones de felicidad, repeticiones, armonía de besos, intervalos de placer. Negras, corcheas, notas graves, notas agudas, sostenidos y bemoles, hasta llegar a la cadencia perfecta, y de ahí a "Da capo sin fin."

Segundo acto.
Monotonía, rutina, sonrisas cosidas, lágrimas de plástico y besos sin terminar.
Encerrando dudas en alcohol, quemando esperanzas y fumando oportunidades. Escapadas a lugares desconocidos, aterrizajes en otros cuerpos dibujando corazones en la espalda, saltando de lunar en lunar. Sentirnos queridos, queridos a medias.
Duelo de miradas, los celos vuelan, la tensión corta las respiraciones, el deseo hace saltar los sentimientos.
Paso a paso rompemos la distancia que nos separa.
Metros, centímetros, milímetros reconciliación.

Tercer acto.
Interludios interminables, entremeses trágicos, pupilas encharcadas. Traje de mentiras, desconfianza autoritaria, utopías.
Un eclipse perpetuo oculta nuestro sol, no más clímax, excusas para emborracharnos, borrachos con excusas.
Ahora, peleas constantes, esquelas diarias, vacíos existenciales, stand by. Portazos y caras largas, rimmel corrido y barba desaliñada. Perdida de apetito, perdida de tus besos, de los mios, de los nuestros. Fe perdida, Dioses ateos, ateos creyentes. Perdí tu bandera queriendo conquistar otra cima, y tú, perdiste mi anarquía queriendo soñar con una patria de otro ombligo.
Milímetros, centímetros, metros, kilómetros, fin.

Entremés.
Huyo lejos de aquí, la locura aumenta, mecánica esquizofrénica, besos de alquitrán, gritos sordos, desesperación. Me disparan desprecio, y yo, entro en una espiral de pastillas para no soñar y alcohol de lagarto. Voces en mi cabeza, fuera de aquí, ¡FUERA!
¿Quien me está llevando de los brazos?
¡Soltarme, soltarme!
Los ojos me pesan, de fondo el ruido del tráfico, no siento el cuerpo. Quiero paz.

¿Último acto?
Una luz blanca de hospital me deslumbra, su tintineo hace aumentar mis nervios.
Paredes acolchadas, pelo alborotado, blanco absoluto, camisa de fuerza, correas me cortan la circulación.
¿Dónde estoy? -Grito desconsoladamente-
¡Bienvenida a la realidad!-Responde una voz en off-

...

Se baja el telón, el público como monos de pandereta aplaude sin cesar, y yo en una esquina al final de aquel teatro, me limito a recordar y sonreír al revés, mientras suelto alguna carcajada histérica acompaña de una lágrima, que con carrerilla se posa en mi mejilla.
Las miradas desconcertantes se posan en mi.
¿Qué pasa? ¿Tan mal me sienta la camisa de fuerza? 

martes, 28 de abril de 2015

Entra en guerra, para hacer el amor.

Y aquí me encuentro, sentada en la azotea, todo parece una gran metáfora de mi vida. Me tumbo, mirando hacia arriba, con un cigarro entre los labios, el cual me disponía a encender, cuando, de pronto me lo arrebatan.
-Ya que parece que quieres acortar tu vida, déjame que lo haga yo por ti. -Dijo una voz inconfundible, eras tú, y prendiendote aquel arma mortífera, te sentaste a mi lado.
Yo, fruto de aquella agridulce sorpresa, no soltaba palabra y me limitaba a oír la disonancia del agitado tráfico.
Pegué un buen trago a la petaca de ginebra que solía llevar siempre, y me dirigí a paso fuerte hacia la cornisa de la azotea.
-¿Dónde vas? -Dijiste, mientras en menos de un segundo te levantabas dispuesto a cogerme.-

-A saltar, ¿te vienes?- Dije con sonrisa lisonjera.
-No hagas el imbécil, ven aquí, estemos tranquilos mientras la noche se esnifa el día.-Dijiste procurando convencerme.-
-Sabes que yo no soy así.
Y sacándole la lengua, me dejé caer.
La adrenalina me quemaba el cuerpo, las pupilas se dilataban de puro placer, mi garganta se rompía en pedazos y mi cuerpo rezaba para caer encima de algún golpe de suerte.

...

Y es que yo, siempre fui así. Siempre he sido de coger los corazones por donde queman, de meterme en problemas del quince, y con un bate, golpearlos hasta dejarlos sin solución. He sido más de medias rotas que de sonrisas cosidas, más de lágrimas de cocodrilo que de que me vieran jodida de verdad. Siempre he sido de columpiarme en tu ombligo y despertar en otra espalda, de gritar esa canción hasta quedarme sin voz y salir en pelotas al balcón. Nunca fui de esas que mezclan alcohol y drogas, sino, drogas con alcohol, tampoco nunca fui de montar tragedias, sino, más bien, tragicomedias, con interludios de por medio y sangre al final de la obra. Nunca me salen las cuentas, y es que yo siempre fui más de letras, sin embargo, me cuesta identificarte como sujeto de mis noche en vela.
Y ahora vivo de verso en verso, comiendome cada coma y cada punto, pisando las historias bonitas y quemando los finales bonitos, porque, ¿qué tiene de bonito si se acabará?
Soy de esas que va cosida a heridas, que encuentra los polvos de campanilla en la barra de algún tugurio, la que busca cualquier pelea callejera para dar un poco de emoción a su vida.
Y es que siempre me dijeron:
"Haz el amor, no la guerra."

Pero, habrá que abrazar la guerra, para que no nos sigan follando.

jueves, 23 de abril de 2015

Ahogando penas.

-¡Otra ronda jefe! Pero esta vez deja la botella, quiero celebrar la soledad perpetua. Abrazo la botella, ¿por qué será que es la única que me entiende?
Miro a mi derecha, una pareja parece celebrar su aniversario, y a la izquierda, otra parece creer en el amor a primera vista, ella le mira a los ojos sonriendo, y él, él sólo le mira el escote.
-Imbéciles, pienso en alto mientras otra copa entra en mi cuerpo. Tercera copa, cuarta copa, quinta copa y la sexta cae al suelo, no soy capaz de llevarmela a la boca. Levanto la cabeza y todos se convierten en enemigos y cuando me quiero dar cuenta, el dueño del bar me echa de aquel antro. Tirada en medio de la acera, intento ponerme en pie y caminar. Mis piernas comienzan a fallar y voy haciendo eses, ¿todo da vueltas o soy yo? Alguien me ofrece su ayuda y yo simplemente le vomito en los zapatos, perfecto, ya puedo beber más, el hombre grita palabras que nunca creería oír a un desconocido de mi, y a mi sólo me da por reír y mandarlo a la mierda con el dedo anular. Sigo "andando", columpiandome en las farolas y papeleras, hasta toparme con un 24 horas.
-Intenta disimular, si no no hay botella. (Pienso mientras entro en aquella tienda con luces blancas tintineantes)
Aquellas luces me mareaban, pero aquello no era nada cuando me di cuenta que no llevaba dinero.
-Dame el mejor whiskey barato que tengas. (Le dije)
Estaba nerviosa, no sabía si hacerlo, cuando se giró mi mano respondió, le rompí una botella de vino barato en la cabeza, cogí el whiskey y salí corriendo.
-Tampoco es mucha perdida. (Pensé mientras me dirigía a un banco)

Sentada allí, un mar de alcohol me quemaba la garganta, saqué un cigarrillo, el humo salía y con él las penas, pero pronto entraban con otro trago de la botella. Saqué el móvil, después de muchos intentos conseguí poner música de funeral, las lágrimas comenzaron a brotar, hoy iba a enterrar mi corazón roto.
Ya está bien por hoy, diciendo esto a gritos me disponía a llegar a casa, una misión imposible ahora mismo y caí con todo el equipo al lado de una farola, reflejada en el escaparate de enfrente veía como iba despeinada, las medias rotas y el rimmel corrido. Daba pena.
Pedía ayuda y alguien me respondió, un chico desaliñado, con grandes ojeras y chaqueta rasgada, me dijo que tenía la solución para mi.
Confié en él. Ahora, estaba en otro mundo, todo era de colores, los perros maullaban y los gatos andaban al revés, mi cuerpo, ¿Dónde está mi cuerpo? No lo siento. La lluvia era roja y el vagabundo que dormía en el banco se transformo en payaso. No sé que tendría aquella pastilla, pero me proporcionó una subida, pero claro todo lo que sube, baja.
Entonces todo comenzó a dar miedo, mis rodillas llenas de heridas, vomito por todos lados, respiración acelerada y el corazón parecía que se me saldría del pecho y echaría a correr.
-Quiero irme a casa(intentaba vocalizar mientras me apoyaba en un árbol)
Me pesaban los ojos, veía todo borroso y oscuro, mi miraba caía y con ella se me cerraron los ojos.

Me desperté, parecía que habían pasado años, no recuerdo nada. ¿Dónde estoy? Todo está negro, parece un vacío absoluto.
Un vago recuerdo me viene, la sirena de una ambulancia, gritos de desespero, ¿por qué lloras mamá?
-Se nos va, se nos va.(Oigo desesperadamente a un médico)

...

¿Qué ha pasado? ¿Dónde estoy?
¿Por qué tenga la rara sensación de estar muerta? ¿Quién me ha quitado la botella?

Aún quedaba suministro para ahogar penas.

domingo, 19 de abril de 2015

Del revés y patas arriba.

Busqué un final feliz y me quede con un final a secas. Busco un poco de hachís que caliente estas manos, que se caen a pedazos desde que no estás. Sábanas frías en un corazón que quema, una mirada que hiela y unos labios que me desobedecen cuando son milímetros lo que nos separa. La luna me acompaña en esta noche para dos, ya no hay colchón ni peleas absurdas de almohadas. Sólo quedan reflejos oscuros del alma, caricias a medio hacer, finales sin empezar y principios sin terminar. Ahora ya no es la pasión la que se dispone a reinar, si no que lo es, la soledad y las noches en vela, el insomnio y las flores secas. Ya no hay arquitecto que reconstruya el "siempre contigo" que derribamos, ni candado que me encierra en la cárcel de tu ombligo. Me voy directa a la calle "Olvido", número "de la mala suerte". Y allí ver todo desde el punto de vista que siempre me negué a ver, ya fuera por temor a descubrir que el lado malo de las cosas, es el lado más bonito. Allí, donde descubrir que el negro es el color más alegre y el blanco no es sólo de vírgenes, que las estrellas brillan más que la luna y que el acero se rompe antes que el cristal. Que los lunes tienen su encanto si te lo demuestran, el 13 sólo es un número más y los gatos negros lo mejor que podrías tener a tu lado. Que cualquier día es más romántico que el 14 de febrero, que las promesas de año nuevo, si les pones mucho empeño, no se cumplen, menos mal. Que también puede ser sensual, la figura de unos kilos de más, que las flores se secan, por eso mejor regalar primaveras en tus caderas y veranos en abrazos. Y por eso te digo, amigo, yo que duermo entre versos, que es mejor ver las cosas del revés.

Corazón de par en par.

Grito y no me oye nadie, esto se acaba, te vas y yo ya no entiendo de leyes. Caigo al suelo y la lluvia me besa el cuerpo, clavo las rodillas en el asfalto, apoyada mi cabeza en la farola, echa a volar, intentando huir de esta amarga realidad. No hay aire que seque mis lágrimas ni agujas que me cosan una sonrisa. 

Ahora duermo de día y vivo de noche, ando del revés y le encuentro las cuatro patas al gato, en vez de tres. Juego sola a ser feliz para siempre, bailo un tango con mi sombra y me guardo las caricias de sobra. Sola en las trincheras me lanzo de cabeza a la batalla, pruebo la derrota otra vez y otra vez es contigo. Te vuelvo a ver, cargas tus labios y disparas tu mejor sonrisa a mi, que soy un blanco fácil. Maldito bastardo, nadie sabe como hacerme daño tan bien, pero, ahora sin más, te besaría con los ojos cerrados y el corazón abierto, para que dejes pasar todas tus mierdas que me contaminan de mentiras, hasta solo ver la realidad que yo quiero. Pero me niego, ahora soy yo la que deja todo atrás, la que huye sin dar explicaciones, lejos de ti, pero, por si acaso algún día nos volvemos a ver, te dejo el corazón abierto a ti y a tus mierdas.

jueves, 9 de abril de 2015

Cristales sordos.

El humo se desvanece entre los muros de hormigón, botellas rotas en el suelo, los cristales rotos se entrelazan buscando calor, y entre tú y yo la arena. Los granos que la forma nos arañan las pupilas y nos ocultan lo que antes solíamos ver, lo que solíamos ser. Aumenta, y ya es una barrera lo que nos separa, barrera que no podemos derribar. La caída en el asfalto es dura, las heridas queman y piden auxilio, la piel se vuelve ceniza y los sentimientos se vuelven rabia y dolor. Me miras desde ahí arriba, pero no actúas, y tonta de mi te lanzo mi mejor sonrisa bañada en lágrimas, la cual esquivas y yo intento ir tras ella, capturarla, pero se convierte en una sonrisa sin destinatario. Vaga día y noche, buscando el calor de una labios, el frío de unas manos de invierno, pero se refugia entre estos versos marchitos. Araño las rejas de esta celda, otra cruz más, ya van trece días, mis uñas se caen a pedazos, como mi alma. Gritos inauditos hinundan la prisión, no me oigo ni yo. Busco dentro de mi y sólo encuentro calles abandonadas, brindis sin festejar, colillas a medio apagar, que me queman poquito a poco el corazón. Pero en esta vida absurda lo único que nos queda es ser fuerte, romper barreras, cerrar bocas, soldar huesos, morder labios, correr, huir de aquí y desatar el león que todos llevamos dentro. Morir de placer, matar a sangre fría, cortar las malas lenguas, abrazar el amanecer y follarte la noche. Levanta la cabeza que todo el mundo vea tus bonitas imperfecciones, tus cicatrices y tus heridas de guerra, si de verdad lo crees, hazlo ahora, no esperes a mañana, porque no sabes si seguirás en esta mierda que llamamos mundo.

miércoles, 11 de marzo de 2015

Despedidas trangresivas.

Hace ya horas que ha anochecido y otra vez me vuelvo a perder la despedida del sol. Que coincidencia, se nota que las despedidas no son lo mio, más bien son mi punto débil, y más si esa despedida me atraviesa como una bala, y se queda ahí, incrustada en el más profundo rincón de mi pecho, sin que nadie la saque. Supongo que es mejor que te hagan daño de un golpe, que poco a poco. Y es que a ti te puedo comparar con un cigarrillo, matas poco a poco, sin que me de cuenta. Tus besos, como las caladas, uno detrás de otro, pensando en el siguiente, ignorando en el daño que me harán.
Me pisas como a una colilla, y yo me consumo y desvanezco como la ceniza. Y es que yo no sé reglas en esto del amor, no entiendo de flores ni bombones, de cartas con olor a perfume o de peluches de tres metros.
Yo sólo sé, que no sé nada, que todo lo dejo del revés, que no es fácil hacerme daño, pero cuando lo consiguen me vuelvo de acero. Que soy una náufraga sin provisiones en tus ojos, que no dejo de correr entre tus huesos buscando alguna salida, que daría mucho por olvidarlo todo, pero daría más por volverlo a repetir. Que soy como una bailarina coja, un pirata sin tesoro, un niño sin sonrisa.
No sé si serán las mentiras con whiskey, o la falta de verdad que inhalo en la barra del bar desolación, lo que me hace escupir tantas falacias. Y es que si jugamos a perderte, siempre pierdo yo, te marchas con una sonrisa entre cortada, y yo con cara de póquer me quedo ahí, con los bolsillos del revés, sin más capital que unas cuentas lágrimas de más. Y esas, amigos, son las peores despedidas.

lunes, 9 de marzo de 2015

Erase una vez, lo que nunca fue.

De pequeña, yo solía ser de esas niñas que le daban la vuelta al cuento, de las que iban con el malo y no entendían por qué era el príncipe azul el héroe del cuento; ¿qué tiene el azul que no tenga el negro?
Era de aquellas que cambiaban el cuento, la princesas renunciaban a la corona por una armadura, y acababan de copas con el dragón y la madrastra mala. ¿Quién dice que el malo del cuento es malo? A lo mejor nadie le entendía, quizás veía más allá de como nosotros solemos ver las cosas, pero claro, nadie hace un cuento con la perspectiva del malo.
¿Quién dice que Blancanieves no estaba hasta los cojones de limpiar la mierda que dejaban los enanitos? A lo mejor la madrastra le hizo un favor dándole la manzana envenenada.
Yo soy de esas que piensa que, en realidad, Caperucita estaba enamorada del lobo, y que el paripe de creerse que era su abuela en la cama, sólo lo hacía por pasar tiempo con él. Que la abuela terminó teniendo una aventura con el leñador, la madre alcohólica y Caperucita con analgésicos para poder conciliar el sueño. Que Cenicienta se escapó y estuvo toda la noche con el príncipe, de copa en copa, hasta creerse que tenía los zapatos de cristal, que su carrusel era una calabaza y los caballos ratones. ¿Qué haría para ver al hada aquella noche?
Que el príncipe acabó poniéndole los cuernos con una de sus hermanastras, y Cenicienta se cambió de cuento, quería conocer a Bestia.
Rapunzel se cortó la melena, para que no escalase su príncipe y la dejara tranquila. Pues a ella le gustaba estar en su torre, con la única compañía de los discos de Ismael Serrano y sus pequeñas dosis de felicidad.
Yasmín, se fue con el Genio para que cumpliera todos sus deseos y Peter Pan consiguió escapar de Nunca Jamás, para morir tranquilo en algún callejón de la vieja Suecia.
La Bella Durmiente le pidió cinco minutitos más de sueño, y nunca despertó.
¿Qué tendrían los polvos de Campanilla que los hacían mágicos?
Mi madre me miraba con cara rara, cuando me reía al escuchar los cuentos que me contaba, pero tampoco creo que quisiera saber en que estaba pensando. Sólo se limitaba ha acariciarme el pelo y sonreír.

Erase una vez, donde nada era como tenía que ser y todo estaba del revés. 


  



 

miércoles, 4 de marzo de 2015

Engranajes.

La reconstruyó paso a paso, pieza a pieza, con cuidado y precisión, intentando hacerla perfecta. Pasaba día y noche obsesionado en entender su mecanismo a base de absurdas e inútiles instrucciones. Nadie había conseguido resolver el rompecabezas de sus engranajes, el laberinto de sus circuitos, y entonces lo daban por imposible y la abandonaban, dejando así, que cada una de sus piezas se llenaran de telarañas y que poco a poco se las comiera el óxido, dejándolas inservibles.
Pero él había puesto hasta la última esperanza en ella, cualquier sufrimiento era poco comparado con las ganas que tenía de que algún día pudiera rozar sus labios. Cambió las bombillas de motel barato, que tenía por ojos, por las más bonitas y brillantes luces de todo Las Vegas. Pasó veintiún días robando amaneceres para ponérselos por sonrisa, catorce anocheceres en su ombligo. En su cabello posó los primeros rayos del sol de Singapur, por voz los acordes más bonitos del final de aquella canción y su risa ahora era el sonido de cien cascabeles. Metió el oleaje más salvaje dentro de ella y un huracán con una fuerza inmensa. Exprimió el color rojo de una rosa en sus labios y con sus espinas le hizo una armadura, para que ningún imbécil se atreviera nunca a hacerle daño. En sus caderas construyó una montaña rusa y en sus piernas un tobogán infinito. En sus mejillas posó una capa roja, en sus pestañas el aleteo de cien mariposas y por lágrimas, el rocío de la primera mañana de mayo.
Por último cogió su corazón, lo único que permanecía intacto. Era de cristal y se podía ver como estaba picado de tantos golpes que había recibido. Cuando se disponía a colocarlo, algo falló y cayó al suelo, haciéndose añicos. Se quedó arrodillado con los pequeños trozos a su alrededor. Había construido la octava maravilla del mundo, sin corazón. En ese momento una sonrisa se le escapó de su pálido rostro, pues había llegado a la conclusión de que: sin corazón nada ni nadie podría hacerle daño jamás.

domingo, 1 de marzo de 2015

5 a.m.

Decía que nunca conocería a nadie, que sólo me salvaría gracias al número de copas vacías en la barra del bar. Que tendría que comprar algún beso barato, para sentir abrigo en mis labios y que mi fiel compañero sería el cigarrillo de la suerte.
¿Melodía? Melodía son los primeros verso de la más melancolía canción de Sabina, que suena en el peor tugurio de Madrid y que me remacha el corazón con un "adiós."
Mi orgullo despeinado, tampoco pierdo tiempo en arreglarlo, hace que pierda mil y una batallas, y en mi pecho cien metrallas piden guerra a las espaldas, rendirse a las ganas, vencer a la coherencia y tregua a la desobediencia.
Y que en la última bocanada alguien me lleve a casa, borracha de mentiras, colocada de realidades y hasta el culo de inseguridades. Que haría falta algo más que una ducha fría para volver en sí, que no sé por donde ir, pero eso, no es culpa de lo anterior, sino más bien de no saber fingir. Nunca se me dio bien eso de reconocer las cosas, ya sea por cabezona o soñadora, por estancarme en el pasado o imaginar un futuro inventado.
Inocente, muchas veces me paso de inocente, cayéndome en los primeros brazos que me abren sus puertas.
Tú, y tú te transformas en verso, en una novela que se queda en el reverso, en el primer café de la mañana y el último chupito de las cinco de la mañana.
En esa persona con la que desafiar la ley de la gravedad, romper la barrera del sonido y destrozar el tiempo.
¡Que le jodan a la teoría de Einstein si estoy a tu lado!
Volver, volver no sé si volvería, pero sé que eras esa escapatoria tan necesaria como dolorosa.

Sin título, ni palabras.

El amargor del café me acompaña, junto con el vacío en esta tarde de ojos caídos, miradas cansadas y auto engaño. Huesos rotos y silencios a gritos se reflejan en el espejo, queriendo escapar del sucio rincón de un callejón, donde, ni la luz se atreve a pasar.
Y yo aquí intentando domar este oleaje, sin más recursos que las pocas palabras que me salen en este momento y cuatro lágrimas de cocodrilo, que por no creermelas, no me las creo ni yo. Pistola en mano, no me queda munición ni intención de empezar una guerra. Me aferro a la última oportunidad, vivo en el último impacto de una bala y muero en la primera victoria de tu bando.
¿Miedo? Soy mitad miedo, mitad engaño.
Un clavel rojo por cada temor, por cada cuento que te inventas, por el miedo a perderte, porque me dejes aquí y que mis pies tengan ganas de volver a recorrer el camino. Y ya decían que hablaba de más cuando hablaba de ti, que eran falacias, y yo, sólo callaba y tarareaba aquella canción en mi cabeza, una ola de irrealidad inundaba desde adentro en poco tiempo.
Vértigo, a veces siento vértigo en la cornisa de tu sonrisa, en el tobogán de tus ojeras y en el trampolín de tus pestañas. Supongo que sabía que la caída desde allí sería dura, que el asfalto me quemaría y volvería a la realidad, donde todo era gris y los pájaros no querían echar a volar por miedo a que le fallaran las alas. Donde el vaso se veía medio vacío, las sábanas frías y la noche oscura, donde no había ningún faro de Alejandría. Las voces roncas de cantar una y otra vez una triste melodía y los ancianos creen que no verán el día.
Y yo aquí entre canción y canción no te encuentro y rebusco entre algún verso por si decides aparecer, y ya son pocos los intentos que me quedan hasta llegar al final. Y si algún día me preguntan si me acuerdo de ti, tranquilo, te negaré tantas veces como mentira sea.

domingo, 11 de enero de 2015

¿Artificial?

Artificial.
Como el corazón de plástico que tienes después de que te partan el de verdad en dos.
Como las lágrimas que fingimos que son de alegría y la sonrisa forzada que esconde una atribulada historia detrás.

Artificial.
Como los buenos días donde, "buenos" pierde todo su significado y que detrás llevan toda una noche en vela.
Como caminar sin dirección pero en el fondo saber donde dirigirte.

Artificial.
Como creer que los cortes es solo dolor físico y se pueden curar.
Como las mentiras piadosas que buscan una manera de parecer lo más incrédulas posible.

Artificial.
Como la crónica incierta de tu cuerpo y el vaivén de tus caderas.
Como tus manos cubriendo otros hombros y tu voz calmando otro llanto que no sea el mio.

Artificial.
Como el flechazo de dos desconocidos.
Como el pequeño despertar de dos enamorados en algún motel de mala muerte.

Artificial.
Como cuando digo que ya no eres droga para mi.
Como cuando finjo que ya no me causas un paro cardíaco en medio de un explosión de idas y venidas de sentimientos, que resurgen de distintas partes de mi y que no saben por donde salir.

martes, 6 de enero de 2015

No presumas de lo que careces.

Observas con añoro una foto de ella, no es su mejor foto, verdad, pero tiene algo especial que te gusta. Sale con la mejor sonrisa que podría poner después de venir de fiesta. Lleva el pelo ligeramente recogido, un vestido negro ceñido que tan bien le quedaba y los tacones en la mano, "demasiados bailes por hoy", (parecían gritar sus pies). Aunque conociéndola cambiaría todo aquello por unos vaqueros, una camiseta dos tallas más grandes de lo necesario, unas zapatillas, el pelo suelto y toda una noche en el sofá.
Sin embargo, también sabes que le encantaría recorrerse de punta a punta la ciudad hasta hallar el último bar abierto, sentarse en la barra con algún desconocido que finge ser un poeta de alcantarilla y, allí contarle sus penas mientras de fondo suena una y otra vez la misma canción, o eso lo parece.
Se hacía la dura, como si nadie pudiera romperle la armadura que se construyó con el paso del tiempo, pero todo el mundo sabe que cuando ríe, pequeños cristales rotos se oyen en su interior. Las malas lenguas también cuentan que no le puedes hacer llorar, pese a que sea de lágrima fácil, aunque te puedo asegurar que ha derrochado más de una lágrima en la salia de emergencia. Siempre utilizaba esa puerta para todo, según ella era una forma de escapar y que de esa manera vive más gente de la que pensamos, escapando de todo sin enfrentarse a nada.
Los domingos la puedes ver en la estación de tren, el viento despeina su melena y ondea el vuelo de su falda. Dice que va ahí porque es el epicentro de todas las emociones. Unos, van persiguiendo algún sueño y otros los olvidan en alguna calle de la ciudad, unos, van en busca de la felicidad y otros la abandonan en el andén.
Ella tan sólo observa detrás de un pilar y hace distinguir una peculiar mueca entre las pecas, las ojeras y los labios agrietados, no por el frío precisamente.
Todos sabemos muchas cosas, pero sólo tú sabes que puede volverse loca escuchando cualquier canción de Extremoduro y que después, se le caiga el mundo encima con algún verso amargo de Sabina. Que cada pestañeo de sus ojos te rompe un poquito el corazón, y que por su clavícula navegan los soñadores. Que con la cremallera de sus caderas se te abre el cielo, pero te deja en las puertas, mendigando en la calle algún modo de conseguir la llave.
Que tiene un idioma que nadie entiende y que prefiere vestir de colores apagados, para que su sonrisa no se note que lo está hace ya demasiado.
Prefiera hablar y cagarla antes que callar y quedar de cobarde, que por desordenada anda hasta su cabeza, y que pocas veces consigue llegar a querer a alguien pero, cuando lo hace, lo hace con lo más grande de su corazón y con cada uno de los cinco sentidos, y claro, así le va.
Todos saben muchas cosas, pero sólo tú sabes que la dejaste marchar, perdiéndola, por gilipollas.
No presumas de haberla tenido dando la vida por ti, porque ahora careces de ella.

¡Brindemos!

Aquí, hoy, un poco tarde, pero mejor que nunca, levanta tu copa y brindemos por los quizás, los te quiero y los ojalá, por los te echo de menos, los vuelve ya y por las ganas de abrazarte. Por las miradas de reojo y los sentimientos, ya sean correspondidos o no.
Brindemos por las ganas de volar, por las alas que nos cortan y por las carreras hasta la meta.
Brindemos por esa canción que nos mata y por esa que nos resucita, por la que nos hace llorar y por la que nos ayuda cuando estamos bajo mínimos, por esa que compartimos con alguien y por la que nos gusta escuchar en la más profunda intimidad.
Brindemos para que los para siempre no sean un cuento chino y para que podamos añadir dos puntos al final para dejarlo en suspense.
Brindemos por los corazones rotos y por las personas que se atreven a repararlos, por las insatisfacciones y las sonrisas a medio hacer, por las heridas que cicatrizan en año nuevo y se abren en los domingos de lluvia.
Brindemos porque sí y porque no, por los finales felices y por los cristales rotos. Por el rimmel que de felicidad se corre y por la espuma de la quinta cerveza, por la despedida que te faltó y por los hasta luego.
Por las noche en vela y las borracheras, por las promesas absurdas que nunca se cumplen y por los esta es la última vez que lo hago y luego lo vuelves a hacer mil y una veces más.
Brindemos para que la Cenicienta vaya en zapatillas y para que tu cuerpo sea un lienzo, para que tu voz sea escuchada y tus derechos no sean pisoteados.
Por los pañuelos de despedida en la estación, por los tacones rotos y las calabazas, por las grandes personas que siempre estarán ahí y por las que te fallan una y otra vez.
Por las alegrías que le damos al cuerpo, por las sorpresas y por los besos robados, por el libro que te engancha, el disco que te atrapa y el baile que te agota.
Brindemos por las conversaciones que no te dejan irte, por las noches de verano y las tardes de invierno, por las imperfecciones inexistentes, por los problemas que no pueden con nosotros y por la botella que se vacía poco a poco.
Brindemos por los abrazos por la espalda, por los hazlo por mi y los deberías pensar más en ti.

Brindemos por ti, por mi y por nosotros.