jueves, 23 de abril de 2015

Ahogando penas.

-¡Otra ronda jefe! Pero esta vez deja la botella, quiero celebrar la soledad perpetua. Abrazo la botella, ¿por qué será que es la única que me entiende?
Miro a mi derecha, una pareja parece celebrar su aniversario, y a la izquierda, otra parece creer en el amor a primera vista, ella le mira a los ojos sonriendo, y él, él sólo le mira el escote.
-Imbéciles, pienso en alto mientras otra copa entra en mi cuerpo. Tercera copa, cuarta copa, quinta copa y la sexta cae al suelo, no soy capaz de llevarmela a la boca. Levanto la cabeza y todos se convierten en enemigos y cuando me quiero dar cuenta, el dueño del bar me echa de aquel antro. Tirada en medio de la acera, intento ponerme en pie y caminar. Mis piernas comienzan a fallar y voy haciendo eses, ¿todo da vueltas o soy yo? Alguien me ofrece su ayuda y yo simplemente le vomito en los zapatos, perfecto, ya puedo beber más, el hombre grita palabras que nunca creería oír a un desconocido de mi, y a mi sólo me da por reír y mandarlo a la mierda con el dedo anular. Sigo "andando", columpiandome en las farolas y papeleras, hasta toparme con un 24 horas.
-Intenta disimular, si no no hay botella. (Pienso mientras entro en aquella tienda con luces blancas tintineantes)
Aquellas luces me mareaban, pero aquello no era nada cuando me di cuenta que no llevaba dinero.
-Dame el mejor whiskey barato que tengas. (Le dije)
Estaba nerviosa, no sabía si hacerlo, cuando se giró mi mano respondió, le rompí una botella de vino barato en la cabeza, cogí el whiskey y salí corriendo.
-Tampoco es mucha perdida. (Pensé mientras me dirigía a un banco)

Sentada allí, un mar de alcohol me quemaba la garganta, saqué un cigarrillo, el humo salía y con él las penas, pero pronto entraban con otro trago de la botella. Saqué el móvil, después de muchos intentos conseguí poner música de funeral, las lágrimas comenzaron a brotar, hoy iba a enterrar mi corazón roto.
Ya está bien por hoy, diciendo esto a gritos me disponía a llegar a casa, una misión imposible ahora mismo y caí con todo el equipo al lado de una farola, reflejada en el escaparate de enfrente veía como iba despeinada, las medias rotas y el rimmel corrido. Daba pena.
Pedía ayuda y alguien me respondió, un chico desaliñado, con grandes ojeras y chaqueta rasgada, me dijo que tenía la solución para mi.
Confié en él. Ahora, estaba en otro mundo, todo era de colores, los perros maullaban y los gatos andaban al revés, mi cuerpo, ¿Dónde está mi cuerpo? No lo siento. La lluvia era roja y el vagabundo que dormía en el banco se transformo en payaso. No sé que tendría aquella pastilla, pero me proporcionó una subida, pero claro todo lo que sube, baja.
Entonces todo comenzó a dar miedo, mis rodillas llenas de heridas, vomito por todos lados, respiración acelerada y el corazón parecía que se me saldría del pecho y echaría a correr.
-Quiero irme a casa(intentaba vocalizar mientras me apoyaba en un árbol)
Me pesaban los ojos, veía todo borroso y oscuro, mi miraba caía y con ella se me cerraron los ojos.

Me desperté, parecía que habían pasado años, no recuerdo nada. ¿Dónde estoy? Todo está negro, parece un vacío absoluto.
Un vago recuerdo me viene, la sirena de una ambulancia, gritos de desespero, ¿por qué lloras mamá?
-Se nos va, se nos va.(Oigo desesperadamente a un médico)

...

¿Qué ha pasado? ¿Dónde estoy?
¿Por qué tenga la rara sensación de estar muerta? ¿Quién me ha quitado la botella?

Aún quedaba suministro para ahogar penas.

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