martes, 28 de abril de 2015

Entra en guerra, para hacer el amor.

Y aquí me encuentro, sentada en la azotea, todo parece una gran metáfora de mi vida. Me tumbo, mirando hacia arriba, con un cigarro entre los labios, el cual me disponía a encender, cuando, de pronto me lo arrebatan.
-Ya que parece que quieres acortar tu vida, déjame que lo haga yo por ti. -Dijo una voz inconfundible, eras tú, y prendiendote aquel arma mortífera, te sentaste a mi lado.
Yo, fruto de aquella agridulce sorpresa, no soltaba palabra y me limitaba a oír la disonancia del agitado tráfico.
Pegué un buen trago a la petaca de ginebra que solía llevar siempre, y me dirigí a paso fuerte hacia la cornisa de la azotea.
-¿Dónde vas? -Dijiste, mientras en menos de un segundo te levantabas dispuesto a cogerme.-

-A saltar, ¿te vienes?- Dije con sonrisa lisonjera.
-No hagas el imbécil, ven aquí, estemos tranquilos mientras la noche se esnifa el día.-Dijiste procurando convencerme.-
-Sabes que yo no soy así.
Y sacándole la lengua, me dejé caer.
La adrenalina me quemaba el cuerpo, las pupilas se dilataban de puro placer, mi garganta se rompía en pedazos y mi cuerpo rezaba para caer encima de algún golpe de suerte.

...

Y es que yo, siempre fui así. Siempre he sido de coger los corazones por donde queman, de meterme en problemas del quince, y con un bate, golpearlos hasta dejarlos sin solución. He sido más de medias rotas que de sonrisas cosidas, más de lágrimas de cocodrilo que de que me vieran jodida de verdad. Siempre he sido de columpiarme en tu ombligo y despertar en otra espalda, de gritar esa canción hasta quedarme sin voz y salir en pelotas al balcón. Nunca fui de esas que mezclan alcohol y drogas, sino, drogas con alcohol, tampoco nunca fui de montar tragedias, sino, más bien, tragicomedias, con interludios de por medio y sangre al final de la obra. Nunca me salen las cuentas, y es que yo siempre fui más de letras, sin embargo, me cuesta identificarte como sujeto de mis noche en vela.
Y ahora vivo de verso en verso, comiendome cada coma y cada punto, pisando las historias bonitas y quemando los finales bonitos, porque, ¿qué tiene de bonito si se acabará?
Soy de esas que va cosida a heridas, que encuentra los polvos de campanilla en la barra de algún tugurio, la que busca cualquier pelea callejera para dar un poco de emoción a su vida.
Y es que siempre me dijeron:
"Haz el amor, no la guerra."

Pero, habrá que abrazar la guerra, para que no nos sigan follando.

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