Busqué un final feliz y me quede con un final a secas. Busco un poco de hachís que caliente estas manos, que se caen a pedazos desde que no estás. Sábanas frías en un corazón que quema, una mirada que hiela y unos labios que me desobedecen cuando son milímetros lo que nos separa. La luna me acompaña en esta noche para dos, ya no hay colchón ni peleas absurdas de almohadas. Sólo quedan reflejos oscuros del alma, caricias a medio hacer, finales sin empezar y principios sin terminar. Ahora ya no es la pasión la que se dispone a reinar, si no que lo es, la soledad y las noches en vela, el insomnio y las flores secas. Ya no hay arquitecto que reconstruya el "siempre contigo" que derribamos, ni candado que me encierra en la cárcel de tu ombligo. Me voy directa a la calle "Olvido", número "de la mala suerte". Y allí ver todo desde el punto de vista que siempre me negué a ver, ya fuera por temor a descubrir que el lado malo de las cosas, es el lado más bonito. Allí, donde descubrir que el negro es el color más alegre y el blanco no es sólo de vírgenes, que las estrellas brillan más que la luna y que el acero se rompe antes que el cristal. Que los lunes tienen su encanto si te lo demuestran, el 13 sólo es un número más y los gatos negros lo mejor que podrías tener a tu lado. Que cualquier día es más romántico que el 14 de febrero, que las promesas de año nuevo, si les pones mucho empeño, no se cumplen, menos mal. Que también puede ser sensual, la figura de unos kilos de más, que las flores se secan, por eso mejor regalar primaveras en tus caderas y veranos en abrazos. Y por eso te digo, amigo, yo que duermo entre versos, que es mejor ver las cosas del revés.
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