martes, 8 de diciembre de 2015

Riesgo inminente.

Se aprendió cada coordenada de su cuerpo.
Y buscando aventuras
se intentó perder en sus epicentros.
Un poco de vino y dos vasos de coñac.
Tabaco de liar y dos canciones de Sabina,
parecía que la noche nunca acabaría.
Tatuando la piel a besos,
a escondidas,
como si estuvieran infringiendo la ley.
A cosquillas, la barrera del sonido la saltaron,
poniendo en vela a todo el vecindario.

Pero amaneció
y solo quedaron restos de caricias,
promesas que no se cumplirían,
una habitación vacía.

Se separaron sus cuerpos
pero no sus corazones.
Hasta el próximo diciembre, gritaban sus miradas.

Pero los dos sabían que había sido algo más que una noche para liberar tensiones,
que el riesgo de verse antes era inminente.

Algún día el uno tropezaría con el otro,
y los recuerdos chocarían estrepitosamente.

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