Insultos, vejaciones, malas
contestaciones. Forcejeos; un tira y afloja.
Lágrimas de dolor y opresión. Un vaso
vacío y una flor marchitada.
Así comenzó esta historia. Un
laberinto sin salida vigente, una pesadilla de noche y de día.
Nunca llegarías a pensar que la
persona que estaba a tu lado, día a día, se convertiría en una auténtica bestia
sin lógica ni corazón. Una bestia desalmada que descargaba toda su rabia, sus
problemas, complejos y desprecios contra ti.
Pensabas que te quería, pero, amiga,
quien te quiere no te agrede.
Cada vez era peor. Las caídas más
duras, los golpes más fuertes; sin derecho a un interludio para buscar la
salida a aquella obra de terror. Ningún maquillaje podía esconder la verdad
oscura que tristemente recibías al entrar en casa.
Soñabas con salir volando, pero te
cortó las alas.
Querías pedir ayuda, pero te
amordazó.
Quisiste huir, pero te retuvo con sus
cadenas.
Te sentías vacía, anulada,
infravalorada, un muñeco vudú al que, día tras día, le iban clavando más y más
agujas. Temías que tu historia se convirtiera en noticia que abriese los
telediarios.
Pero un día, la fuerza y la rabia se
hicieron mujer.
Te quitaste la máscara y le plantaste
cara al miedo. Rompiste las cadenas y te arrancaste la mordaza. Al grito de “NI
UNA MÁS”, tu voz se proclamó como arma de destrucción masiva.
Aguantaste demasiado, pero por fin
todo ha acabado.
La bestia entre rejas, y tú ya puedes
tocar la libertad con las manos.
¡FELICIDADES, COMPAÑERA!


No hay comentarios:
Publicar un comentario