domingo, 11 de enero de 2015

¿Artificial?

Artificial.
Como el corazón de plástico que tienes después de que te partan el de verdad en dos.
Como las lágrimas que fingimos que son de alegría y la sonrisa forzada que esconde una atribulada historia detrás.

Artificial.
Como los buenos días donde, "buenos" pierde todo su significado y que detrás llevan toda una noche en vela.
Como caminar sin dirección pero en el fondo saber donde dirigirte.

Artificial.
Como creer que los cortes es solo dolor físico y se pueden curar.
Como las mentiras piadosas que buscan una manera de parecer lo más incrédulas posible.

Artificial.
Como la crónica incierta de tu cuerpo y el vaivén de tus caderas.
Como tus manos cubriendo otros hombros y tu voz calmando otro llanto que no sea el mio.

Artificial.
Como el flechazo de dos desconocidos.
Como el pequeño despertar de dos enamorados en algún motel de mala muerte.

Artificial.
Como cuando digo que ya no eres droga para mi.
Como cuando finjo que ya no me causas un paro cardíaco en medio de un explosión de idas y venidas de sentimientos, que resurgen de distintas partes de mi y que no saben por donde salir.

martes, 6 de enero de 2015

No presumas de lo que careces.

Observas con añoro una foto de ella, no es su mejor foto, verdad, pero tiene algo especial que te gusta. Sale con la mejor sonrisa que podría poner después de venir de fiesta. Lleva el pelo ligeramente recogido, un vestido negro ceñido que tan bien le quedaba y los tacones en la mano, "demasiados bailes por hoy", (parecían gritar sus pies). Aunque conociéndola cambiaría todo aquello por unos vaqueros, una camiseta dos tallas más grandes de lo necesario, unas zapatillas, el pelo suelto y toda una noche en el sofá.
Sin embargo, también sabes que le encantaría recorrerse de punta a punta la ciudad hasta hallar el último bar abierto, sentarse en la barra con algún desconocido que finge ser un poeta de alcantarilla y, allí contarle sus penas mientras de fondo suena una y otra vez la misma canción, o eso lo parece.
Se hacía la dura, como si nadie pudiera romperle la armadura que se construyó con el paso del tiempo, pero todo el mundo sabe que cuando ríe, pequeños cristales rotos se oyen en su interior. Las malas lenguas también cuentan que no le puedes hacer llorar, pese a que sea de lágrima fácil, aunque te puedo asegurar que ha derrochado más de una lágrima en la salia de emergencia. Siempre utilizaba esa puerta para todo, según ella era una forma de escapar y que de esa manera vive más gente de la que pensamos, escapando de todo sin enfrentarse a nada.
Los domingos la puedes ver en la estación de tren, el viento despeina su melena y ondea el vuelo de su falda. Dice que va ahí porque es el epicentro de todas las emociones. Unos, van persiguiendo algún sueño y otros los olvidan en alguna calle de la ciudad, unos, van en busca de la felicidad y otros la abandonan en el andén.
Ella tan sólo observa detrás de un pilar y hace distinguir una peculiar mueca entre las pecas, las ojeras y los labios agrietados, no por el frío precisamente.
Todos sabemos muchas cosas, pero sólo tú sabes que puede volverse loca escuchando cualquier canción de Extremoduro y que después, se le caiga el mundo encima con algún verso amargo de Sabina. Que cada pestañeo de sus ojos te rompe un poquito el corazón, y que por su clavícula navegan los soñadores. Que con la cremallera de sus caderas se te abre el cielo, pero te deja en las puertas, mendigando en la calle algún modo de conseguir la llave.
Que tiene un idioma que nadie entiende y que prefiere vestir de colores apagados, para que su sonrisa no se note que lo está hace ya demasiado.
Prefiera hablar y cagarla antes que callar y quedar de cobarde, que por desordenada anda hasta su cabeza, y que pocas veces consigue llegar a querer a alguien pero, cuando lo hace, lo hace con lo más grande de su corazón y con cada uno de los cinco sentidos, y claro, así le va.
Todos saben muchas cosas, pero sólo tú sabes que la dejaste marchar, perdiéndola, por gilipollas.
No presumas de haberla tenido dando la vida por ti, porque ahora careces de ella.

¡Brindemos!

Aquí, hoy, un poco tarde, pero mejor que nunca, levanta tu copa y brindemos por los quizás, los te quiero y los ojalá, por los te echo de menos, los vuelve ya y por las ganas de abrazarte. Por las miradas de reojo y los sentimientos, ya sean correspondidos o no.
Brindemos por las ganas de volar, por las alas que nos cortan y por las carreras hasta la meta.
Brindemos por esa canción que nos mata y por esa que nos resucita, por la que nos hace llorar y por la que nos ayuda cuando estamos bajo mínimos, por esa que compartimos con alguien y por la que nos gusta escuchar en la más profunda intimidad.
Brindemos para que los para siempre no sean un cuento chino y para que podamos añadir dos puntos al final para dejarlo en suspense.
Brindemos por los corazones rotos y por las personas que se atreven a repararlos, por las insatisfacciones y las sonrisas a medio hacer, por las heridas que cicatrizan en año nuevo y se abren en los domingos de lluvia.
Brindemos porque sí y porque no, por los finales felices y por los cristales rotos. Por el rimmel que de felicidad se corre y por la espuma de la quinta cerveza, por la despedida que te faltó y por los hasta luego.
Por las noche en vela y las borracheras, por las promesas absurdas que nunca se cumplen y por los esta es la última vez que lo hago y luego lo vuelves a hacer mil y una veces más.
Brindemos para que la Cenicienta vaya en zapatillas y para que tu cuerpo sea un lienzo, para que tu voz sea escuchada y tus derechos no sean pisoteados.
Por los pañuelos de despedida en la estación, por los tacones rotos y las calabazas, por las grandes personas que siempre estarán ahí y por las que te fallan una y otra vez.
Por las alegrías que le damos al cuerpo, por las sorpresas y por los besos robados, por el libro que te engancha, el disco que te atrapa y el baile que te agota.
Brindemos por las conversaciones que no te dejan irte, por las noches de verano y las tardes de invierno, por las imperfecciones inexistentes, por los problemas que no pueden con nosotros y por la botella que se vacía poco a poco.
Brindemos por los abrazos por la espalda, por los hazlo por mi y los deberías pensar más en ti.

Brindemos por ti, por mi y por nosotros.