Miraba a la Luna buscando una respuesta y alargaba los brazos intentando abrazar la noche pero, pronto chocaba contra la ventana, arañaba los cristales...Caía y volvía a caer haciendo del fondo la parte superior.
Reflejada en el espejo, veía como su rostro se desmoronaba, apareciendo uno totalmente distinto, contradictorio y gris como el invierno sin ti.
Con sus delgadas y frías manos se presionaba el pecho intentando así reconstruir su corazón, juntar las piezas desperdigadas, como si de un puzzle se tratara.
Las numerosas pecas que bañaban sus mejillas era la única señal de inocencia que aún perduraba en ella.
La noche era su aliada y el amanecer el castigo que anunciaba la vuelta a casa.
Bañada en alcohol y perfumada en el humo de algunos de los cigarrillos que la consumían poco a poco, contaba los días para escapar, sin mirar por nadie, sin remordimientos ni preocupaciones; dejando atrás los besos de alquiler y los abrazos a despecho, las sonrisas prohibidas y las miradas utópicas.
¿Sería esto algo normal? O por lo contrario...
¿Serían estos los delirios de un pájaro enjaulado?
Eso nunca lo sabrás, eso nunca lo sabremos...
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