domingo, 27 de julio de 2014

Volar, correr y huir.

Cerré los ojos, una brisa leve pero constante me acariciaba, haciendo conducir un rápido escalofrío por todo mi cuerpo, eso me hizo abrir los ojos y alzar la vista al frente. Las amapolas del campo de en frente se movían al compás del viento, y la tierra del camino del fondo dibujaba pequeños remolinos. Giré la cabeza a la izquierda, negando así la vista hacia la ciudad y pude ver como los últimos pájaros alzaban el vuelo.
-¡Que bello sería ser pájaro!, pensé-
Volar de un lado a otro, sin preocupación, sin barreras; sólo viajar y viajar.
Con los últimos rayos de Sol, me tumbé por completo en la gran roca, sólo necesitaba un poco de silencio, un descanso de mi rutina, escaparme y que nadie se percatara de mi ausencia.
Sentí un fuerte impulso que me hizo ponerme en pié, mirando al horizonte, eché a correr atravesando el extenso campo, acariciando las rojas amapolas con las yemas de mis manos, insatisfecha seguí y seguí corriendo, sin rumbo, sin destino, sin causa ni explicación, hasta que mis pies dijeran basta.
No sé por qué hice aquello, supongo que necesitaba huir... Huir de ti.


No hay comentarios:

Publicar un comentario