sábado, 19 de marzo de 2016

Feliz día papá.

Desde la primera vez que conocí el mundo, hasta ahora, quince años después de aquello, me sigues guiando por los senderos y protegiéndome de los miedos que me roban el sueño,
de los peligros que atemorizan el continuo movimiento hacia delante de mis pies
y de las personas que me quieren hacer sentir pequeña.

Me enseñaste a dejar de lado la idea de los cuentos de princesas, que esperan que un príncipe las salve y que la vida se les resuelva con un final feliz de "Vivieron felices y comieron perdices".
No, definitivamente tú no querías eso para mi.
Tú, papá, me educaste para que persiguiera mis sueños por mi misma, por mucho que me costase, aunque hubiera un muro en mi camino, perseguirlos.
Me educaste para que fuese feliz con lo que hago, para sacar el máximo rendimiento de mis capacidades, para demostrar quién realmente soy.

Sé que a veces las decepciones son continuas y los resultados no son los mejores, pero yo me esfuerzo por mejorarlo y sé que solo por eso ya estás orgullosos de mi, porque para mi lo más importante es que estés orgullosa de mi.

Has visto muchas lágrimas correr por mi mejilla, muchas revelaciones en vuestra contra por mi parte. Sé que tengo un carácter fuerte que me viene de generaciones anteriores, y que cuando lo muestro con rabietas, siempre intentas bajarme los "humos" con alguna broma.

Hace un tiempo me dijiste una frase que, por lo menos a mi, se me quedó clavada: "sé lo que te pasa antes de que respires".
Creo que en esta frase demuestras todo.
Gracias por todo papá. Estas palabras son tu regalo en este día tan especial.

Te quiero.




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