martes, 2 de agosto de 2016
En ruinas.
Visitando tu memoria cuando dos copas de champán se besan a las 00:01 del treinta y uno de diciembre, o cuando tus facciones cuentan con una arruga más.
Hay otra personas que entran disfrazadas de "calma post-tormenta" y se aferran a ti.
Se aferran a ti con la misma fuerza con la que la primavera le gana la batalla al invierno cada año y,
te puedo jurar,
cariño,
sin cruzar los dedos detrás de la espalda, sin trampa ni cartón,
que esas personas son magia, los pilares que mantienen en pie tu ruina,
y,
una vez que te dejan su abrigo de salvavidas y, con fuerza, te cogen la mano,
no se irán jamás.
Luego estás tú.
Que entraste derribando la puerta con una patada (a mis esquemas),
causando, así, un terremoto,
dejando todo en ruinas, hecho añicos (el corazón).
Para que, un viernes trece, te escaparas por la venta, dejando conmigo un amargo y húmedo
"volveremos a vernos", disfrazado de un "adiós".
Nunca creí en la mala suerte pero, ese día la pude tutear con los dedos,
como quién tutea la felicidad de un niño con un caramelo.
¿Volver?, claro que volviste,
intentando arreglar el destrozo que causó el tsunami de tu sonrisa por mi pasillo.
Y yo,
yo te dejé entrar, como quién le da la combinación de la caja fuerte a un ladrón, o una azotea a un suicida.
Una vez te dejé entrar, ofreciéndote el único rincón de mí que aún esta sin destrozar,
(y otra vez,
y otra,
y otra...)
Hasta que todo se vino abajo y tuve que refugiarme, con todos los recuerdos hechos un nudo (en la garganta, debajo de un puente.
Lamentablemente.
volvería a meter todos los miedos, grietas y cicatrices
en la caja que solía guardar en el desván del olvido.
Y desempolvaría todos mis absurdos sentimientos hacia ti,
por sentir otra vez aquel primer temblor que me causaste.
viernes, 15 de julio de 2016
Tú, felicidad.
Yo,
de heridas en las rodillas resultantes de pelear con el azar,
de cubrirlas con nuevas promesas,
de curarlas con los primeros acordes de la canción más triste jamás conocida.
De gritar "aléjate de mí" y susurrar "no te vayas".
De tropezar con el mismo escalón una y otra vez
hasta que el corazón anuncie el derribo inminente.
De recordar el éxtasis posterior a bailar en la cuerda floja del vis a vis,
con los ojos en blanco y los dientes apretados,
y no caer en el incendio que propagaste debajo de mi.
De no caer en las represalias de las sábanas frías,
de cruzar los dedos detrás de la espalda,
de cortarle las alas a las mariposas que me revolotean por dentro.
De resguardarme en la sombra que proyecta un "contigo".
De pisar el acelerador en la curva cerrada de tu sonrisa,
con la intención de estrellarme en el quitamiedos de tu clavícula,
sin seguro de vida.
Tú,
de arrojar(me) te quieros a quemarropa,
apuntando con precisión a ese rincón donde las mentiras sangran.
Tú,
felicidad,
¡Qué bonito nombre tienes!
¿Por qué te empeñas en ocultármelo?
viernes, 27 de mayo de 2016
La historia de un salvavidas nocivo.
así que abre tus puertas y subamos hasta la azotea para ver cómo nos mira la Luna con lujuria.
Y si me bajas los miedos del desván y me los entregas envueltos en papel de "ojalá",
los guardaré en el cajón de las cosas inservibles.
No me regales promesas de porcelana,
ni "te quieros" a regañadientes.
Solo quiero un trocito de tu tiempo,
y ver cómo corren las horas en el recorrido de mi espalda con tus dedos.
Ven y cántame bajito, que me duelen los recuerdos,
calculemos las línea espacio-tiempo entre tus labios y mi cuello.
Arráncame una carcajada del pecho,
y luego hazla añicos en la sonata triste del abrazo de después.
Mi musa, tan ciega como aquel que no quiere ver el dolor en los ojos de un niño que escapa de las bombas.
La tuya, tan muda como el grito desesperado de un corazón que muere solo.
Intentas tapar mis heridas de guerra con tus cicatrices mal cosidas pero, déjalo, yo estoy hecha para acumular marcas de batalla.
Lo nuestro lo podría definir como la carcajada posterior a la cadencia final de un llanto, antes de que nos arrase el huracán y acabe con todo.
Medioperfecto,
medionada.
Efímero como un suspiro entre el conjunto armónico de dos respiraciones aceleradas.
Ahogados entre unos versos subrayados con agua y sal.
No me tires tu salvavidas pero,
no me dejes morir.
Las palabras se me atragantan y me impiden decirte
que sin ti la primavera no desnuda al invierno.
Y tú te vas,
y yo me pierdo,
y cuando me encuentro, me tropiezo.
Y apareces entre mis cosas,
y no soy capaz de cerrar la puerta y huir.
Si me caigo, no me ayudes, puedo sola pero,
levanta conmigo el mundo y escampa la noche,
por si te vuelves a ir,
y yo, esperándote sentada en la azotea decido descubrir que hay más allá de la cornisa.
Saltar.
(Saltar sin desplegar las alas,
saltar sin poder volar,
saltar para, con el corazón, aterrizar)
lunes, 4 de abril de 2016
La dama de azul.
Lleva la dama, un vestido azul que desentona con su mirada de niña triste.
El vuelo del vestido, canta sórdidas baladas desconocidas que caen en el eco de las calles encharcadas.
Los pies, escondidos tras unas zapatillas manchadas de prisa y ajetreo, intentan no pisar las grietas del suelo, pues ella es una mezcla de aquella niña inocente y supersticiosa, que solía ser, y el resultado de aquel choque contra el muro del desengaño.
El bolso, agarrado con fuerza, para que no se escapen todas las mentiras, complejos y sueños precarios que lleva dentro.
Los labios sellados para que no se le escape, entre dientes, algún "te quiero" en vano.
Tiene los ojos pardos, habitualmente bañados en sal de mar, donde la marea juega a bajar cuando necesita crecer.
En su voz rompen las olas con bravura y, cuando el silencio reina en ella, la noche cae rendida a sus pies.
Vive entre versos de hojalata y canciones de Sabina; cuando algo le sale a derechas, pone en duda su alegría.
Quiere echar a volar pero, está amarrada a la cruda realidad.
La dama de azul muere por uno de esos poetas de carretera, ser su musa; y mustia, espera a que se deshoje el calendario, y se le hace tan largo el invierno que, de inquietud, muere taciturna la primavera.
sábado, 19 de marzo de 2016
Feliz día papá.
de los peligros que atemorizan el continuo movimiento hacia delante de mis pies
y de las personas que me quieren hacer sentir pequeña.
Me enseñaste a dejar de lado la idea de los cuentos de princesas, que esperan que un príncipe las salve y que la vida se les resuelva con un final feliz de "Vivieron felices y comieron perdices".
No, definitivamente tú no querías eso para mi.
Tú, papá, me educaste para que persiguiera mis sueños por mi misma, por mucho que me costase, aunque hubiera un muro en mi camino, perseguirlos.
Me educaste para que fuese feliz con lo que hago, para sacar el máximo rendimiento de mis capacidades, para demostrar quién realmente soy.
Sé que a veces las decepciones son continuas y los resultados no son los mejores, pero yo me esfuerzo por mejorarlo y sé que solo por eso ya estás orgullosos de mi, porque para mi lo más importante es que estés orgullosa de mi.
Has visto muchas lágrimas correr por mi mejilla, muchas revelaciones en vuestra contra por mi parte. Sé que tengo un carácter fuerte que me viene de generaciones anteriores, y que cuando lo muestro con rabietas, siempre intentas bajarme los "humos" con alguna broma.
Hace un tiempo me dijiste una frase que, por lo menos a mi, se me quedó clavada: "sé lo que te pasa antes de que respires".
Creo que en esta frase demuestras todo.
Gracias por todo papá. Estas palabras son tu regalo en este día tan especial.
Te quiero.
miércoles, 24 de febrero de 2016
La fórmula de la felicidad.
Nos guiamos por los puntos cardinales de aspiraciones fracasadas, tatuados por "el paso del tiempo" y rotos por el correr de las agujas del reloj que, a veces, nos ata de pies y manos y nos deja sin respiración; inertes.
Sufrimos por un futuro que aún no ha llegado, sin darnos cuenta de que el presente que "vivimos" se está muriendo en un pasado que, jamás regresará.
Vivimos en general, siempre con esa espinita clavada dentro del "qué dirán". Balanceándonos entre el "algún día" y el "ojalá". La revolución que nos nace en las entrañas y espera la primavera para florecer, la han disuelto los antidisturbios del miedo y el pudor.
Las arrugas son de vejez y pocas de felicidad.
Nos hemos hemos estancado en la apertura de una canción, en el índice de un libro, en una cuesta de enero sin previsión de bajada, en una madrugada indiferente y callada.
Vivimos para morir, sin percibir la esencia de la vida, con la sonrisa cosida y las lágrimas de plástico.
Los estereotipos y prejuicios nos corroen la piel, hasta dejarnos en los huesos que, al final se volverán ceniza, ansiando esa libertad que en vida se vio negada.
¿De verdad queremos vivir así?
Yo, no sé cuál es la fórmula de la felicidad, tampoco estoy segura de que exista tal fórmula. Lo único que sé es que, por lo menos, para pisarle los pies a la felicidad, primero, hay que enamorarse de la vida.
jueves, 28 de enero de 2016
Como un día sin ti.
y equivocarme de nota
Me tropiezo al recordarte
Dibujaste una salida de emergencia
tuteo la derrota con los dedos,
truco las cartas para volver a verte.
Ojalá no sea algo inerte, efímero.
jueves, 7 de enero de 2016
Poemas que ahorcan.
los besos ácidos,
los versos amargos.
Las canciones que son de carne y hueso,
las lágrimas que ahorcan
y las mentiras piadosas
que mueren en una boca.
la luna creciente,
los falsos profetas,
y la noche que enluta los poemas.
volar lejos de aquí,
de ti,
de nosotros.
Ser poesía,
renacer en libertad,
y morir entre alegrías.





