domingo, 27 de abril de 2014

Aquel mensaje...

Dejé el móvil en la mesa pues cada vez estaba más segura de que tu mensaje no llegaría.
Me tumbé en la cama envuelta por casi una oscuridad absoluta. Sólo un leve aliento de luz de Luna me reflejaba los ojos vidriosos, corrompidos de tanto llorar. Únicamente me venían imágenes de lo ocurrido, atormentándome, robándome el sueño y haciendo desaparecer la poca dignidad que me quedaba, el poco orgullo que aún  poseía. Me giré y me mordí el labio inferior para no derrumbarme, pero eran tan fuertes mis motivos para llorar que mis dientes atravesaron la fina piel causando así que lo único que brotase de mi fuese un exiguo de sangre. El dolor causado por la herida era lo único que consiguió que me distrajese del vacío que sufría.
De pronto una luz azulada iluminaba parte de la habitación, con desespero agarré el móvil y vi que el mensaje era tuyo:
"Nunca te olvidaré. Adiós, te quiero." 
Dejé el móvil, estaba helada. Bajé del todo la persiana cubriendo el dormitorio por una total penumbra, notaba como las lágrimas nacían de mi. Cogí nuestra foto, me senté en un rincón de la sala y mechero en mano ardieron los recuerdos.
Todo había acabado.

jueves, 24 de abril de 2014

Dulce pesadilla.

Las lágrimas caían sin cesar acariciando mis mejillas una vez más, el maquillaje se corría y dejaba al descubierto las oscuras ojeras causadas por el desvelo de la noche anterior, culpables eran los agrios recuerdos, la ausencia, la culpa, la falta de él. 
Me tumbé y cerré los ojos con el fin de calmar la pena que me ahogaba y mataba lentamente. 
Entonces algo se oyó en la puerta, era él. Me quedé sin respiración, pues creía que no volvería. Avanzando lentamente se paró en el reproductor de música y pulsó el botón, sonó una canción, nuestra canción.
Siguió avanzando por la habitación, se dirigía hacia mi, me comenzó a temblar hasta la última parte de mi cuerpo, mi respiración se aceleraba y mi boca se secaba.
Llegó hasta mi y me cogió la mano invitándome a levantarme, mis rodillas no respondían pero conseguí reunir las fuerzas para ponerme en pie. Noté como sus manos rodeaban lentamente mi cintura y yo presa de su amor rodeé mis brazos por su cuello. Sentía su tranquila respiración y el percibía cómo la mía se aceleraba cada vez más. 
Se acercó a mi oído y me susurró:
"Calma."
No sé cómo pero una simple palabra de sus labios sirvió para tranquilizarme. Me agarré con más fuerza y vi como nuestros pies se empezaban a mover al son de la balada de fondo.
Cuando me quise dar cuenta la canción terminó y comenzó la siguiente pero esta vez no bailamos, notaba como sus ojos me miraban, aparté la cara de su pecho y le miré, en ese momento me pregunté el por qué de su regreso después de todo lo que había pasado, cuando fui a preguntárselo se acercó a mi, nuestras frentes se juntaron, las respiraciones bailaban al compás de la última balada y cuando se acercaba lentamente a mis labios... Me desperté de aquel tórrido sueño, de aquella pesadilla diaria que me atormentaba cada noche. Me faltan sus ojos, sus besos, sus caricias, sus abrazos, su sonrisa; me falta él.